Hace muchísimos años en la ciudad de Ica entre dunas y sol ardiente, vivía una hermosa joven que vivía con su abuela en una casita de cañas y barro en el Caserío de Cachiche.
Era solitaria y muy reservada a diferencia de las demás jóvenes de su edad, tenía una especial predilección por los gatos.
Algunas veces salía a pasear con su abuela por las calles del pueblo, su largo cabello negro, su piel tostada y sus grandes ojos claros, le conferían una exótica belleza que despertaba la admiración de quienes la veían pasar.
Cuando cumplió quince años la abuelita dio una sencilla fiesta en su modesta vivienda, para los pocos amigos y familiares, donde sorpresivamente llego un extraño regalo de un admirador anónimo. Tenía un atractivo envoltorio, la joven abrió el regalo llena de curiosidad y saco la bella escultura de un gato negro tallado en madera, con ojos de rubíes destellantes.
Cierta noche cuando la luna iluminaba la campiña, a las doce en punto el gato cobro vida y la despertó diciéndole:
- “Bella niña, levántate que tu admirador espera debajo del huarango.”
Ella obedeció de inmediato, salió cautelosamente, pasando al lado de su abuela quien dormía profundamente y se dirigió al sitio indicado. Allí la esperaba un guapo joven de encendido cabello rubio sobre un brioso caballo negro con mirada de fuego, estaba deslumbrada porque era un personaje poco común en esa región de personas morenas.
Hipnotizada subió a la grupa del caballo de ese extraño y encantador joven, quien le sonrió seductoramente, se aferro embelesada a su cintura y cabalgaron atravesando el arenal que conducía a la gran duna de Saraja.
Se perdieron en la sinuosidad de las dunas, entre las arenas grises, iluminadas pálidamente por la luna.
Al día siguiente ella despertó y miro a su gato inmóvil y sonrió pensando que todo lo sucedido había sido un sueño fantástico. Este extraño suceso se repitió en muchas oportunidades durante la luna llena. En los días siguientes la vida siguió su curso entre los arenales, las chacras de algodón, los pallares y la dulce fruta de la campiña iqueña.
Una de esas noches de luna llena, el gato nuevamente la despertó a la medianoche y le dijo al oído:
- “Hermosa levántate que tu amado te espera en el lugar de siempre”.
La abuela dormía profundamente y como la vez anterior, ella fue al encuentro del atractivo joven, subió a la grupa de su caballo y se encaminaron juntos a la duna de Saraja.
Al llegar allí, a una orden del joven, la duna de arena se estremeció y apareció una gran puerta que se abrió para darles paso, dentro había ambientes luminosos y sofisticados nunca antes vistos en esa zona, música en vivo, personas muy elegantes y amables le saludaban sonrientes.
La música del ambiente era motivadora y las luces de ensueño, las mesas estaban colmadas de variados licores, frutas, postres y deliciosos platillos.
La mañana siguiente al despertar, nuevamente pensó que todo era un sueño porque nunca sabia como regresaba, estaba tan maravillada que solo deseaba seguir soñando.
Y así durante mucho tiempo, en las noches de luna llena se repetían esos encuentros que se tornaban cada vez más románticos.
Hasta que en una de esas noches la abuela despertó inesperadamente y la vio salir, la siguió en silencio y la vio partir aferrada a la cintura del extraño joven.
Ella había escuchado que el diablo cuando quería seducir, se presentaba con cabellos rubios y hermosa imagen y siempre en un caballo negro, se asusto mucho pero decidió callar por el momento. En la mañana siguiente la abuela fue a la iglesia y conto lo sucedido al párroco, quien le pregunto si la joven estaba bautizada, la abuela le respondió que no, entonces el párroco contrariado le dijo que por ese descuido, el diablo la había capturado y que debían bautizarla de inmediato. Cuando llego el párroco a bautizarla, la joven se rehusó enérgicamente pero no pudo evitar recibir el santo sacramento.
Desde que fue bautizada, el gato no hablo más en las noches con luna llena ni en otras noches. Ella entro en un estado de gran tristeza, no deseaba hablar con nadie y permanecía encerrada en su habitación, a medida que pasaban los meses su vientre crecía: Estaba embarazada y a su abuela no le quedo otra alternativa que cuidarla.
Todos los amigos y el párroco estaban pendientes de su parto, extrañamente este demoro más de lo normal, a los diez meses dio a luz a una linda niña que fue bautizada de inmediato, la joven madre murió pocos días después.
La abuela muy triste dio cristiana sepultura a su nieta y se ocupo en cuidar a su biznieta el tiempo que le sea posible con la preocupación de estar muy vieja para poder cuidarla el tiempo necesario hasta su adultez.
Sin embargo…la abuela vivió muchísimos años, paso los cien con mucha salud y vitalidad, porque su biznieta había nacido con singulares dones: conocía las propiedades de todas las plantas, para alimentar, curar o dañar, tenía una increíble energía mental para generar el auspicio o el fracaso, podía predecir sucesos con mucha anticipación y precisión y tenía otros dones inexplicables y mágicos.
Después con el paso de los años se observo que las hijas, nietas y descendientes femeninas directas de esta niña, a veces heredaban sus singulares Dones y son conocidas hasta la fecha como las BRUJAS DE CACHICHE.